A más de uno nos dio gusto ver la cara que puso el orate de Chávez cuando el rey Juan Carlos le dijo la ya inmortal frase. También más de uno pensamos que el rey perdió un poco la compostura, aunque en realidad no creo que sea tan importante ese hecho: ante los españoles quedó bien. Pero la pregunta es, ¿por qué no se calla? Porque Hugo Chávez, próximamente presidente vitalicio de la también próximamente extinta República de Venezuela, vive del conflicto, vive de la confrontación, y no son pocos los idiotas que sienten una profunda emoción cuando toma el micrófono y, en honor al barbón cubano, pronuncia sus kilométricos discursos.
Ya hacía falta algo que le diera chispa al continente, algo hacía entender que se estaba durmiendo. Ahora este hecho aparece como nuevo catalizador de la inmortal y eterna estupidez que permea en el latinoamericano del momento, ése que nos recuerda el pasado colonial y sobre cómo "la monarquía nos explotó". Esto lo sabe bien Chávez, por eso su mención, con cierto tono melancólico, de que "tenemos 500 años aquí, nunca nos vamos a callar". Aunque no encuentro relación alguna entre la temporalidad y la voluntad que pueda tener alguien en permanecer en silencio o no, tiene toda la razón en algo: nunca se va a callar, al menos no mientras existan los idiotas útiles que le sigan el circo al chango. Y no, esos tampoco se van a callar, mucho menos desaparecer.
Ya hacía falta algo que le diera chispa al continente, algo hacía entender que se estaba durmiendo. Ahora este hecho aparece como nuevo catalizador de la inmortal y eterna estupidez que permea en el latinoamericano del momento, ése que nos recuerda el pasado colonial y sobre cómo "la monarquía nos explotó". Esto lo sabe bien Chávez, por eso su mención, con cierto tono melancólico, de que "tenemos 500 años aquí, nunca nos vamos a callar". Aunque no encuentro relación alguna entre la temporalidad y la voluntad que pueda tener alguien en permanecer en silencio o no, tiene toda la razón en algo: nunca se va a callar, al menos no mientras existan los idiotas útiles que le sigan el circo al chango. Y no, esos tampoco se van a callar, mucho menos desaparecer.