Sergio Sarmiento
“Nunca he dejado que la escuela interfiera con mi educación”.
Mark Twain
La educación en México es una verdadera zona de desastre, pero no por las razones que sostienen los sindicatos. No es por falta de dinero, ni por los salarios de los maestros, sino porque el dinero que tenemos se gasta mal.
Este Día del Maestro es un buen momento para recordar el informe sobre la educación en México que dio a conocer la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OECD) en septiembre del 2006.
Las cifras son contundentes. Entre 1995 y 2003 el gasto público en educación primaria y media aumentó 49% en México, uno de los incrementos más fuertes de la OECD, la organización que incluye a 30 de las economías más importantes del planeta. El gasto por alumno subió 32% mientras que la matrícula se elevó 13%.
La educación superior, sin embargo, tuvo un avance todavía mayor, de 67%. El gasto por estudiante a este nivel subió un modesto 1.3%, pero esto debido a que la matrícula aumentó un espectacular 48%.
La idea de que el Gobierno de México gasta poco en educación es falsa. En el 2003, según las cifras de la OECD, el gasto público en educación era de 6.8% del Producto Interno Bruto.
Cálculos más recientes sugieren que ya hemos rebasado el 7%. Los miembros de la OECD gastaban en promedio 5.9% del PIB en educación en el 2003. En materia de gasto como proporción de la economía nos encontramos entre los primeros lugares de los países ricos del mundo.
Desde otro punto de vista, México gasta el 24% de su presupuesto gubernamental en educación. En este punto sí somos líderes. Ninguna otra nación de la OECD dedica un porcentaje tan alto de su gasto público a la educación.
El gasto por estudiante en México es más bajo que en los países desarrollados. Ajustado por poder de compra, representa una tercera parte del promedio de la OECD. En Secundaria, la cifra baja a una cuarta parte para subir a un tercio nuevamente en Preparatoria. En la Universidad, el gasto sube a una mitad del promedio de la OECD.
En términos comparativos, pues, gastamos más en la instrucción superior que en la básica y media.
El sueldo de un maestro mexicano es bajo en comparación con lo que se paga en otros países de la OECD. Sin embargo, si se contrasta con el PIB per cápita, los maestros mexicanos tienen los sueldos más altos de todos los países de la organización. Un maestro de Primaria con 15 años de experiencia gana en México 1.69 veces el PIB per cápita de nuestro País, mientras que un maestro de Secundaria en las mismas condiciones alcanza 2.09 veces ese promedio.
Los maestros de Primaria y Secundaria de los demás países de la OECD obtienen ingresos equivalentes a 1.30 y 1.32 veces el PIB de sus países.
Los maestros mexicanos, por otra parte, han obtenido incrementos salariales en los últimos años que dejan muy atrás los otorgados en los demás países de la OECD. Entre 1996 y el 2003, los maestros mexicanos con 15 años de experiencia han recibido incrementos salariales de 34% en las escuelas Primarias y de 40% en las Secundarias.
Todo el dinero que se ha arrojado al sistema de educación pública y a los maestros, no ha servido para dar a los alumnos mexicanos un mejor nivel de instrucción. Los niveles educativos en México no sólo no han mejorado, sino que han empeorado.
Nuestro País ha perdido competitividad en los comparativos internacionales y se encuentra en los lugares 29 y 30, dependiendo del nivel educativo que se compare, de los 30 países de la OECD. Y no es que sea imposible mejorar en estas competitivas tablas internacionales: Corea del Sur ha pasado en una generación del lugar 23 al primero.
En otros países del mundo, la educación universitaria es una puerta abierta a una vida mejor. Pero en México, en buena medida como consecuencia del aumento en el número de quienes ingresan a las universidades, la instrucción superior conlleva un incremento de 17 puntos en la tasa de desempleo.
Ahí están las cifras para quien quiera verlas. Lo que nos muestran es un diagnóstico de la situación de la educación en nuestro País. El problema no se resuelve arrojándole dinero. Necesitamos aprender a gastar mejor. Debemos entender que las universidades no deben ser la prioridad del gasto educativo, sino que este papel lo debe tener la enseñanza básica y media.
Más aún, debemos tomar medidas concretas para mejorar la calidad de la instrucción.
La calidad no mejorará mientras no introduzcamos mejores instrumentos de medición del desempeño y mientras no fomentemos una mayor competencia entre escuelas, maestros y alumnos. Ya lo deberíamos saber. Lo que no se mide no se puede mejorar. Y donde no hay competencia, no puede haber tampoco mejoría.
Mark Twain
La educación en México es una verdadera zona de desastre, pero no por las razones que sostienen los sindicatos. No es por falta de dinero, ni por los salarios de los maestros, sino porque el dinero que tenemos se gasta mal.
Este Día del Maestro es un buen momento para recordar el informe sobre la educación en México que dio a conocer la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OECD) en septiembre del 2006.
Las cifras son contundentes. Entre 1995 y 2003 el gasto público en educación primaria y media aumentó 49% en México, uno de los incrementos más fuertes de la OECD, la organización que incluye a 30 de las economías más importantes del planeta. El gasto por alumno subió 32% mientras que la matrícula se elevó 13%.
La educación superior, sin embargo, tuvo un avance todavía mayor, de 67%. El gasto por estudiante a este nivel subió un modesto 1.3%, pero esto debido a que la matrícula aumentó un espectacular 48%.
La idea de que el Gobierno de México gasta poco en educación es falsa. En el 2003, según las cifras de la OECD, el gasto público en educación era de 6.8% del Producto Interno Bruto.
Cálculos más recientes sugieren que ya hemos rebasado el 7%. Los miembros de la OECD gastaban en promedio 5.9% del PIB en educación en el 2003. En materia de gasto como proporción de la economía nos encontramos entre los primeros lugares de los países ricos del mundo.
Desde otro punto de vista, México gasta el 24% de su presupuesto gubernamental en educación. En este punto sí somos líderes. Ninguna otra nación de la OECD dedica un porcentaje tan alto de su gasto público a la educación.
El gasto por estudiante en México es más bajo que en los países desarrollados. Ajustado por poder de compra, representa una tercera parte del promedio de la OECD. En Secundaria, la cifra baja a una cuarta parte para subir a un tercio nuevamente en Preparatoria. En la Universidad, el gasto sube a una mitad del promedio de la OECD.
En términos comparativos, pues, gastamos más en la instrucción superior que en la básica y media.
El sueldo de un maestro mexicano es bajo en comparación con lo que se paga en otros países de la OECD. Sin embargo, si se contrasta con el PIB per cápita, los maestros mexicanos tienen los sueldos más altos de todos los países de la organización. Un maestro de Primaria con 15 años de experiencia gana en México 1.69 veces el PIB per cápita de nuestro País, mientras que un maestro de Secundaria en las mismas condiciones alcanza 2.09 veces ese promedio.
Los maestros de Primaria y Secundaria de los demás países de la OECD obtienen ingresos equivalentes a 1.30 y 1.32 veces el PIB de sus países.
Los maestros mexicanos, por otra parte, han obtenido incrementos salariales en los últimos años que dejan muy atrás los otorgados en los demás países de la OECD. Entre 1996 y el 2003, los maestros mexicanos con 15 años de experiencia han recibido incrementos salariales de 34% en las escuelas Primarias y de 40% en las Secundarias.
Todo el dinero que se ha arrojado al sistema de educación pública y a los maestros, no ha servido para dar a los alumnos mexicanos un mejor nivel de instrucción. Los niveles educativos en México no sólo no han mejorado, sino que han empeorado.
Nuestro País ha perdido competitividad en los comparativos internacionales y se encuentra en los lugares 29 y 30, dependiendo del nivel educativo que se compare, de los 30 países de la OECD. Y no es que sea imposible mejorar en estas competitivas tablas internacionales: Corea del Sur ha pasado en una generación del lugar 23 al primero.
En otros países del mundo, la educación universitaria es una puerta abierta a una vida mejor. Pero en México, en buena medida como consecuencia del aumento en el número de quienes ingresan a las universidades, la instrucción superior conlleva un incremento de 17 puntos en la tasa de desempleo.
Ahí están las cifras para quien quiera verlas. Lo que nos muestran es un diagnóstico de la situación de la educación en nuestro País. El problema no se resuelve arrojándole dinero. Necesitamos aprender a gastar mejor. Debemos entender que las universidades no deben ser la prioridad del gasto educativo, sino que este papel lo debe tener la enseñanza básica y media.
Más aún, debemos tomar medidas concretas para mejorar la calidad de la instrucción.
La calidad no mejorará mientras no introduzcamos mejores instrumentos de medición del desempeño y mientras no fomentemos una mayor competencia entre escuelas, maestros y alumnos. Ya lo deberíamos saber. Lo que no se mide no se puede mejorar. Y donde no hay competencia, no puede haber tampoco mejoría.
2 comments:
Mi estimado Cefaz, espero que no te moleste que haya incluido una liga a tu blog en el mío.
Saludos
Al contrario, es un honor. Yo haré lo mismo.
saludos
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