Porque es uno de esos casos donde o es una cosa o la otra. El decidir por prohibir también conlleva una serie de consecuencias. Están listas nuestras instituciones y nosotros como sociedad para prohibir? Afortunadamente para esto no tenemos que recurrir a la mera imaginación o inclusive a la oniromancia, pero por otro lado nos revela la terrible realidad: no, no estamos preparados como sociedad ni tenemos las instituciones necesarias para prohibir. Al contrario, tanto las instituciones como la sociedad han sido permeadas por el narco tras más de medio siglo de convivencia y 20 y tantos años de poder casi ilimitado-gracias a los enormes ingresos que tienen- de este último. A muchos apenas les está cayendo el veinte del poder corruptor que tiene el narco tanto en la sociedad como en el estado mexicano. Ya lo advirtió el ex-presidente colombiano Gaviria, pero seguimos como babosos pendientes de un diputado narco por ahí, un operativo estatal por allá, etc. Es hora que no veo una limpia del poder judicial, de algún municipio importante o algo más allá de desarmar policías y operativos donde agarran a muchos para luego soltarlos sin tener material para siquiera armar un juicio. En serio en los gobiernos de Chihuahua, Baja California, Sinaloa y otros no hay nexos con el narco?
Claro que siempre podrán decir que la alternativa sería, pase lo que pase, sea como sea, simple y sencillamente peor. Amén.
PD. Como algunos de mis 5-10 lectores supongo ya habrán leído, la prestigiosa revista de ciencia Lancet publicó un estudio donde las drogas más peligrosas resultaron ser, en este orden, el alcohol, el crack y la heroína, por lo que hay de dos: o somos congruentes y pedimos la criminalización de la droga más peligrosa de todas (o a la inversa, pedimos que se legalicen otras relativamente inocuas; el punto es la congruencia) o nos hacemos pendejos y hacemos como lo que sentimos y creemos tiene más peso que lo que es, eso que Stephen Colbert llama truthiness, en oposición a la simple y aburrida verdad.