"Lo que queremos es un debate nacional", dice el PRD. Dicen que la tribuna se toma para buscar el debate, para que no les apliquen el "fast track". No me cabe la menor duda de que esta reforma ya estaba negociada desde un inicio (así es como funciona) y que no sólo eso, sino que hasta las modificaciones que le iba a hacer el PRI también ya estaban acordadas. Por ese lado el PRD puede tener algo de razón, contrario a los que dicen que "si tienen tomada la tribuna entonces no se puede debatir". Y digo que tienen razón en el sentido de que no iba a haber ningún debate, ése ya se había dado antes entre el PRI y el PAN para llegar a lo que finalmente fue presentado de manera formal ante el Congreso.
Sería positivo que se hiciera lo que se pide, es decir, un debate nacional de varias meses que tome algunas semanas. Si bien es risible pensar que es eso en realidad lo que buscan (AMLO quiere ganar tiempo, es todo), la propuesta no deja de tener algo de sentido. Lo ideal es que después de esos debates, de esas discusiones, los cuales podrían ser programados de manera formal (tal como los debates de candidatos), sin publicidad alguna del gobierno o de la oposición hubiera un referendum nacional para ver si se apoya o se rechaza la reforma. Lo que se diga, se acabó.
Pero siempre hay un "pero". Vivimos en una democracia representativa. En el país no existe la figura del referendum, es decir, las decisiones y reformas de ley son tomadas en las cámaras legislativas, no por la población en general. Por lo tanto, es irrelevante para fines legislativos el que se hagan varias mesas de discusión, el que se debata de manera nacional un tema, el que sea. La cosa es muy simple: tienes la mayoría, tienes un resultado. Así funciona la democracia. Es por ello que la mojiganga perredista no sólo es ilegal, sino que carece de sentido alguno en las circunstancias actuales. A final de cuentas, como ya lo mencioné antes, esto no se trata del petróleo, de la democracia, de la voluntad popular o de salvar a la patria. Pase lo que pase, sea la propuesta que sea, se reforme como se reforme, se estará en contra. Esa es la voluntad del caudillo y debe de seguirse sin chistar. El resto, no son sino alternativas espurias.
Sería positivo que se hiciera lo que se pide, es decir, un debate nacional de varias meses que tome algunas semanas. Si bien es risible pensar que es eso en realidad lo que buscan (AMLO quiere ganar tiempo, es todo), la propuesta no deja de tener algo de sentido. Lo ideal es que después de esos debates, de esas discusiones, los cuales podrían ser programados de manera formal (tal como los debates de candidatos), sin publicidad alguna del gobierno o de la oposición hubiera un referendum nacional para ver si se apoya o se rechaza la reforma. Lo que se diga, se acabó.
Pero siempre hay un "pero". Vivimos en una democracia representativa. En el país no existe la figura del referendum, es decir, las decisiones y reformas de ley son tomadas en las cámaras legislativas, no por la población en general. Por lo tanto, es irrelevante para fines legislativos el que se hagan varias mesas de discusión, el que se debata de manera nacional un tema, el que sea. La cosa es muy simple: tienes la mayoría, tienes un resultado. Así funciona la democracia. Es por ello que la mojiganga perredista no sólo es ilegal, sino que carece de sentido alguno en las circunstancias actuales. A final de cuentas, como ya lo mencioné antes, esto no se trata del petróleo, de la democracia, de la voluntad popular o de salvar a la patria. Pase lo que pase, sea la propuesta que sea, se reforme como se reforme, se estará en contra. Esa es la voluntad del caudillo y debe de seguirse sin chistar. El resto, no son sino alternativas espurias.