Hoy se celebra un aniversario más de la Revolución Mexicana. Mucho se ha escrito sobre este episodio de la historia de México, probablemente más que cualquier otro. Es un tema que ha sido tratado por historiadores y especialistas de prácticamente todo el mundo occidental (no conozco a ningún historiadore oriental de la Revolución, no que no los haya) y bajo prácticamente toda perspectiva posible. Así que, ¿hay algo más qué decir? Probablemente no. Pero si bien se ha dicho casi todo, el mito sigue tan vivo como siempre. Durante décadas se nos enseñó que la Revolución había sido un conflicto que surgió en contra de Porfirio Díaz, viejo dictador que ya había estado demasiado tiempo en el poder. No sólo se nos enseñó que había sido por su permanencia en el poder, sino que también están los motivos sociales y económicos que dieron pie a este conflicto armado. En parte es cierto, sin embargo, es una media verdad a la cual no han dudado los políticos de acudir siempre que se busca el apoyo popular.
Sobre esto último, no debe de sorprendernos el hecho de que López Obrador haya escogido precisamente esta fecha para su "toma de posesión legítima". Recordemos que Madero hizo exactamente lo mismo, declarando a Porfirio Díaz como un "presidente espurio'. No sé qué pasará hoy, aunque dudo que pase algo importante. Pero es importante conocer la historia para evitar caer en la trampa de la demagogia utilizada para llegar al corazón de muchos, que tragándose todo el discurso histórico mexicano, son presas fáciles de la manipulación de la historia. A fin de cuentas, como dijo Samuel Johnson, el patriotismo es el último refugio de los sinvergüenzas.
Sobre esto último, no debe de sorprendernos el hecho de que López Obrador haya escogido precisamente esta fecha para su "toma de posesión legítima". Recordemos que Madero hizo exactamente lo mismo, declarando a Porfirio Díaz como un "presidente espurio'. No sé qué pasará hoy, aunque dudo que pase algo importante. Pero es importante conocer la historia para evitar caer en la trampa de la demagogia utilizada para llegar al corazón de muchos, que tragándose todo el discurso histórico mexicano, son presas fáciles de la manipulación de la historia. A fin de cuentas, como dijo Samuel Johnson, el patriotismo es el último refugio de los sinvergüenzas.