A justo más de una semana de las elecciones del pasado 5 de julio, creo que hemos llegado a varias conclusiones. Son tantos los aspectos para abordar sobre estos comicios electorales que sería fútil intentar hacerlo en una columna, así que prefiero concentrarme en los temas más “generales”, por llamarles de alguna manera, así como algunas cuestiones que pueden ser consideradas como novedosas para esta campaña.
Podríamos empezar hablando del triunfo del PRI y sobre el regreso de la ‘aplanadora electoral’. No cabe duda de que fueron el gran triunfador, así como que el PAN y el PRD fueron pisoteados impunemente. No sé por qué a alguien le sorprendió este resultado pero lo cierto es que así fue. La estrategia priista fue la de no hacer demasiado ruido, mientras que la del PAN era la de mandar a alguien a hacer el trabajo sucio y atacar a los demás partidos. Ahora Germán Martínez ‘renunció’ (lo renunciaron, pues) y el PAN parece que entra en una nueva redefinición de conceptos que a ver a qué los lleva. Del PRD sobran palabras pero creo que vale la pena hacer énfasis en algo: la cocinerita no conmovió al país.
Probablemente el triunfo del PRI (y la consecuente derrota del PAN) se refleje más en las gubernaturas que en el legislativo, donde en medio de crisis generalizada -hasta de futbol- era difícil que el neo-partido oficial consiguiera un fuerte respaldo de la ciudadanía que acudió a las urnas. Sin embargo, en lo que respecta a los estados es otro cantar. El PAN perdió dos estados considerados cuasi bastiones panistas –San Luis Potosí y Querétaro- mientras ganó otro que de ninguna manera puede ser adjudicado a estrategia alguna, como es el caso de Sonora. Huelga decir por qué no repitió ahí el PRI.
Creo que vale la pena destacar algo de estos comicios: el internet como medio de discusión, difusión y propaganda. Si bien la penetración del internet en México es baja -apenas un 24%- fue mediante este medio en el que ahora leen esto (asumiendo que alguien leerá esto aparte de mí) como se movilizó un sector de la ciudadanía para crear algo nuevo, algo distinto, una forma de protesta con pocos precedentes en la historia moderna de México (sería por demás interesante revisar si tiene algún precedente internacional; el “que se vayan todos” de Argentina creo que es distinto) como es el movimiento del voto nulo. Sin recibir un peso del erario y sin disponer con un solo minuto de los tiempos oficiales, casi se logra duplicar la cantidad de boletas anuladas –en el DF se cuadriplicó- y, mejor aun, se logró colocar el tema encima de la agenda de los partidos, cuando menos en lo que a los medios masivos tradicionales se refiere. Si bien fueron comunicadores reconocidos quienes hicieron un enorme trabajo de difusión –o reacción en contra- del voto nulo, fue desde el internet –foros, blogs, etc- donde se discutió y se le dio más forma a una nueva forma de protesta.
Las campañas, por otro lado, carecieron desde un inicio por propuestas inteligentes o siquiera algún spot creativo que nos hiciera pasar algo mejor que nauseas. El uso y abuso del spot como medio de difusión considero fue contraproducente. No creo que la mercadotecnia partidista haya sido la que haya marcado gran cosa en el desenlace electoral. La ciudadanía fue a manifestar o conformidad con algún partido o rechazo a alguno de ellos… o a todos. Creo que lo más importante que nos dejan estas elecciones es la manifestación ciudadana de rechazo. Gracias a éste regresaron algunos temas de trascendental importancia que parece que habían quedado en el olvido. Ahí están de nuevo la reelección, los plurinominales, la tristemente célebre Reforma Electoral del 2007 y el tema de las candidaturas independientes. Podremos hablar de triunfos y avances si alguno de estos temas llega a la discusión parlamentaria, no se diga se llega a reformar algún aspecto de ellos. Mientras tanto, que nadie lo dude, la guerra política, la disputa por puestos, candidaturas, nominaciones, presupuesto y legitimidad no hace otra cosa que comenzar.
Monday, July 13, 2009
Friday, July 03, 2009
El IVA ataca de nuevo
Nos encontramos ya a la mitad del 2009. Escribo esto a unos días de las elecciones y como siempre, los mismos temas salen a relucir: seguridad, empleo, desarrollo, es decir, de todo un poco. Sin embargo ya nos habíamos malacostumbrado a ser simplemente pobres y tener crecimientos raquíticos mientras el resto avanza. Ahora el problema es que ya no tendremos esa mediocre estabilidad y la economía promete caerse en un 8% aproximadamente de acuerdo a cálculos de instituciones como Parisbas. Ante la pregunta de qué estamos haciendo al respecto, la respuesta es simple: nada. Sólo se especula para después anunciar, como se ha venido haciendo, que la “crisis viene desde afuera”.
No sólo se caerá la economía sino que los ingresos del gobierno también se están viendo seriamente afectados. Los ingresos petroleros han bajado más de la mitad (61% menos que el año anterior), se exporta la cuarta parte menos y la inversión extranjera directa ha disminuido en un poco más de la tercera parte (36%) en el primer trimestre respecto al mismo periodo del año anterior (cifras proporcionadas por mi amigo Federico Martínez que están a la disposición de todos con tan solo dar un googleazo). Si bien las remesas con el tipo de cambio no caerán tanto en términos reales, es probablemente el único de todos los ingresos de México que puede decirse que beneficia directamente a algunas de las comunidades más pobres del país.
Ahora regresa un tema ya discutido que se volvió tabú en el pasado: el IVA en alimentos en medicinas. Ante la ya sabida negligencia del aparato de Estado por recortar sus gastos (Felipe Calderón nos dio atole con el dedo con lo del “trámite más engorroso” para después decir que el ganador era sumamente necesario y no se puede eliminar) tanto en el gasto público corriente -incluyendo sus choferes, celulares, el próximo bono navideño y las secretarias de las secretarias- como en los onerosos programas sociales y el gasto burocrático que conllevan, sumado a la evidente inutilidad en tener un sistema tributario que cumpla sus funciones más elementales, el tema del IVA generalizado resurge como “colchón” del estado.
En principio no queda más que estar de acuerdo con la idea. Casi todos los países civilizados cobran IVA en alimentos y medicinas, es una medida en la que todos pagan y que ciertamente ayudaría a aumentar los ingresos por impuestos en una economía que está al borde del precipicio. Sin embargo no sobra decirnos en qué y cómo se podría hacer ese gasto y si seguirá funcionando el impuesto más confiscatorio y francamente estúpido que ha salido en tiempos recientes que es el IETU, el cual funciona en economías ricas, sólidas y en crecimiento, no en países cuya meta es decrecer “sólo” en un 5.6%.
A pesar de todo ello, veo complicado que pueda pasar una reforma fiscal que incluya el IVA en alimentos y medicinas. El tema ya se tomó como bandera de “resistencia” de grupos más demagogos que racionales, de populistas y dinosaurios y de las ya tradicionales corporaciones civiles que tanto daño hacen. Si bien es por demás sensata, creo que no estaría de más que el gobierno vendiera esa idea (y buscara la aprobación social antes de la aprobación legislativa para así presionar a la oposición, representada por el PRI y PRD, que de otra forma no aceptará jamás la medida) mediante una reforma interna del gasto público para adelgazar a un oneroso y rico gobierno en un desgraciado y pobre pueblo. De otra forma ni a mí me convencen que el dinero recaudado serviría para una causa menos corriente que sustentar el gasto, precisamente el corriente.
No sólo se caerá la economía sino que los ingresos del gobierno también se están viendo seriamente afectados. Los ingresos petroleros han bajado más de la mitad (61% menos que el año anterior), se exporta la cuarta parte menos y la inversión extranjera directa ha disminuido en un poco más de la tercera parte (36%) en el primer trimestre respecto al mismo periodo del año anterior (cifras proporcionadas por mi amigo Federico Martínez que están a la disposición de todos con tan solo dar un googleazo). Si bien las remesas con el tipo de cambio no caerán tanto en términos reales, es probablemente el único de todos los ingresos de México que puede decirse que beneficia directamente a algunas de las comunidades más pobres del país.
Ahora regresa un tema ya discutido que se volvió tabú en el pasado: el IVA en alimentos en medicinas. Ante la ya sabida negligencia del aparato de Estado por recortar sus gastos (Felipe Calderón nos dio atole con el dedo con lo del “trámite más engorroso” para después decir que el ganador era sumamente necesario y no se puede eliminar) tanto en el gasto público corriente -incluyendo sus choferes, celulares, el próximo bono navideño y las secretarias de las secretarias- como en los onerosos programas sociales y el gasto burocrático que conllevan, sumado a la evidente inutilidad en tener un sistema tributario que cumpla sus funciones más elementales, el tema del IVA generalizado resurge como “colchón” del estado.
En principio no queda más que estar de acuerdo con la idea. Casi todos los países civilizados cobran IVA en alimentos y medicinas, es una medida en la que todos pagan y que ciertamente ayudaría a aumentar los ingresos por impuestos en una economía que está al borde del precipicio. Sin embargo no sobra decirnos en qué y cómo se podría hacer ese gasto y si seguirá funcionando el impuesto más confiscatorio y francamente estúpido que ha salido en tiempos recientes que es el IETU, el cual funciona en economías ricas, sólidas y en crecimiento, no en países cuya meta es decrecer “sólo” en un 5.6%.
A pesar de todo ello, veo complicado que pueda pasar una reforma fiscal que incluya el IVA en alimentos y medicinas. El tema ya se tomó como bandera de “resistencia” de grupos más demagogos que racionales, de populistas y dinosaurios y de las ya tradicionales corporaciones civiles que tanto daño hacen. Si bien es por demás sensata, creo que no estaría de más que el gobierno vendiera esa idea (y buscara la aprobación social antes de la aprobación legislativa para así presionar a la oposición, representada por el PRI y PRD, que de otra forma no aceptará jamás la medida) mediante una reforma interna del gasto público para adelgazar a un oneroso y rico gobierno en un desgraciado y pobre pueblo. De otra forma ni a mí me convencen que el dinero recaudado serviría para una causa menos corriente que sustentar el gasto, precisamente el corriente.
Labels:
cefaz,
crisis,
economia,
Elecciones,
fronterazero,
IVA,
Mexico,
PAN,
PRD,
PRI
Subscribe to:
Posts (Atom)