En las últimas semanas se desató un problema en Francia con relación a una nueva ley laboral. Lo que proponía esta nueva legislación era la facilidad en el despido para los jóvenes en sus primeros dos años de trabajo. De entrada puede sonar aterrador para muchos, pero veamos el caso de Francia, ya que su legislación laboral no es del todo distinta a la mexicana. Francia es un país que si bien es de primer mundo, con una economía desarrollada, tiene más de 20 años con una tasa de desempleo de dos dígitos. Esto es en la población en general, pero en el sector joven de la población la tasa es mucho mayor, y es aun mayor en las minorías jóvenes, alcanzando hasta un increíble 50% en este último grupo. Se tiene la creencia de que el Estado puede garantizar la seguridad mediante un decreto: que si horas de trabajo, o vacaciones, un salario mínimo alto y una infinidad de regulaciones supuestamente creadas con la mejor intención de proteger al trabajador.
Desgraciadamente no es mediante el decreto oficial que se logra la mejoría en el nivel de vida de los trabajadores, es la competencia la que determina el nivel y la calidad de los trabajos y sueldos. Sin embargo, una excesiva legislación laboral inhibe a la competencia, creando problemas como el alto desempleo en Francia o las malas condiciones en países como los latinoamericanos. Esto no significa que no deba de haber legislación, pero esta tiene que estar destinada a promover la competencia, no a delimitarla. Es curioso que los grupos que más protesten contra reformas laborales sean los sindicatos, esos monstruos corporativos que se mantienen gracias a los privilegios que tienen, pero que no cuenta el resto de la población con ellos.
Si bien una jornada de trabajo establecida o las condiciones sanitarias en las que se desarrolle el mismo, puede que no sean limitantes a la competencia, mucha de la legislación sí lo es, resultando contraproducente para las personas que supuestamente iban a ser protegidas por la buena voluntad de un grupo de burócratas preocupados por el bienestar de la sociedad a la que representan.
Desgraciadamente no es mediante el decreto oficial que se logra la mejoría en el nivel de vida de los trabajadores, es la competencia la que determina el nivel y la calidad de los trabajos y sueldos. Sin embargo, una excesiva legislación laboral inhibe a la competencia, creando problemas como el alto desempleo en Francia o las malas condiciones en países como los latinoamericanos. Esto no significa que no deba de haber legislación, pero esta tiene que estar destinada a promover la competencia, no a delimitarla. Es curioso que los grupos que más protesten contra reformas laborales sean los sindicatos, esos monstruos corporativos que se mantienen gracias a los privilegios que tienen, pero que no cuenta el resto de la población con ellos.
Si bien una jornada de trabajo establecida o las condiciones sanitarias en las que se desarrolle el mismo, puede que no sean limitantes a la competencia, mucha de la legislación sí lo es, resultando contraproducente para las personas que supuestamente iban a ser protegidas por la buena voluntad de un grupo de burócratas preocupados por el bienestar de la sociedad a la que representan.
Tags: Francia, Legislación laboral
1 comment:
Gracias por el comentario y la recomendación gamito! Excelente artículo del de Vargas Llosa. También veo que andas en algo de un blog (Libertad Siempre), suerte y espero que lo termines.
Saludos
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