El tema de las pasadas elecciones sigue teniendo cola. La reciente deserción de Juanito, la aparición de las “juanitas” y el gasto excesivo de los partidos y el IFE, traen inevitablemente el tema a colación. Sin embargo también vale la pena hacerse preguntas más generales, “ver el bosque” le dicen. Es también tiempo de plantear y replantear preguntas sobre la misma esencia de la democracia mexicana –o la cosa que sea que se hace llamar así misma así- y su futuro.
En el 2000 se vendió la idea de que la democracia había llegado ‘por fin’ al país. También todos teníamos por entendido que ésta tiene mecanismos que promoverían el desarrollo del país, el ansiado progreso vendido y revendido en tantas formas en los últimos 150 años: desde el triunfo del Plan de Tuxtepec con Porfirio Díaz al mando, pasando por el progresismo callista-cardenista, el Cadillac de Alemán, el cuerno de JOLOPO y el primermundismo harvardiano-salinista, hasta el soñado futuro de los pesos y contrapesos, del modernismo institucional y la alternancia política en el gobierno federal. La democracia llegó y de “ahí p’adelante”, decían algunos optimistas.
Sin embargo, como de costumbre, la cosa no tardó tanto en podrirse. Una clase política sin miras, corrupta y entregada a intereses ajenos al bien común, se encargó de dilapidar buena parte de las expectativas creadas en ese ya lejano 2000. Ya sean las puntadas de Fox, el mesianismo de AMLO o la corrupción, ineptitud e hipocresía de -ponga aquí el nombre de quien se le antoje-, contribuyeron a una especie de ‘sordidez nacional’ que vino a profundizarse en este caótico 2009.
Uno de los últimos circos de la polaca nacional ha sido el que tuvo lugar en Iztapalapa, donde viven 3 millones de personas pero que por alguna extraña razón captó la atención de todo el país. El héroe popular, Rafael “el Juanito” Acosta, apareció Deux ex machina para regalarnos días completos de entretenimiento a los que ya de plano admitimos nuestro cinismo en las expectativas que tenemos del país.
¿El show de Juanito es perjudicial para la democracia o es una mera muestra del colorido político mexicano? Un poco –o mucho- de los dos. Lo que sí es que de todos los agravios que se puedan entender de la clase política hacia los mexicanos de a pie, éste parece ser pecata minuta. El problema vendrá de los cantos de sirena que escucharemos en los próximos días, semanas y meses de aquí al ya no tan lejano 2012, sean de Calderón, Peña Nieto, Ebrard o cualquiera de los obsoletos y corruptos sindicatos que vuelven a estar en primera plana; tengan por hecho que no se hablará de otra cosa y no faltará el idiota que se lo crea. Al menos Juanito fue entretenido mientras duró (poco para nuestra fortuna).