Saturday, June 13, 2009

América Latina: Next stop.....primer mundo

Desde sus independencias, en el aire había una promesa sobre un nuevo destino, un futuro prometedor, sociedades ricas y plurales que podían recoger las virtudes del hispanismo y las diversas tradiciones amerindias para crear una nueva identidad. América Latina le llamaron los franceses. La realidad fue otra. Entre caudillos, criollos corruptos y masas analfabetas, América Latina ha pasado por cada modelo económico habido y por haber y sigue siendo pobre. ¿Qué ha pasado? Sólo algunos avisos de desarrollo, como la Argentina del siglo XIX y en algún momento México durante el porfiriato, en medio del estancamiento y pobreza generalizada.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, las economías del mundo crecieron como nunca antes. El llamado “milagro mexicano” en este país es parte de un contexto global de crecimiento y desarrollo sin precedentes. Al mismo tiempo, diversos países latinoamericanos se disputaban entre la dictadura y la vida democrática, con un triste balance hacia la primera opción. Tal fue el caso de países como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay… en fin. Hasta la valiente, soberana, independiente y digna Cuba cayó en los brazos de la dictadura que sigue hasta el día de hoy. La democracia llegó –es un decir- al subcontinente denominado por algunos “letrinoamérica”, no así el desarrollo. Chile puede ser una honrosa excepción aunque se queda en eso, una excepción.

A diferencia de América Latina hay otras regiones del mundo que se desarrollaron de manera vertiginosa. Tal es el caso de los “tigres asiáticos” y de algunos países europeos como Irlanda y España, casi todos ellos en algún momento más pobres que el propio México. El modelo económico puede ser parecido sin embargo es distinto. A pesar de ello sí hay factores comunes en los países que han alcanzado altos niveles de desarrollo y eliminación de la pobreza. Si bien todos tienen mercados activos, esto es más una consecuencia que una causa, por lo que tenemos que regresar a las razones de ello para entender qué hicieron estas naciones y qué han dejado de hacer desde Tijuana hasta Tierra del Fuego.

Puede parecer un cliché y en cierta manera lo es, sin embargo llegamos a lo mismo de siempre: educación, tecnología, políticas públicas sensatas. Al parecer carecemos de esto de principio a fin. No sólo tenemos uno de los niveles educativos más bajos del mundo, sino que la inversión en tecnología –con la honrosa excepción de Brasil- es cercana a nada. Con clases oligárquicas rancias, un pueblo empobrecido y una clase trabajadora poco preparada debido a los paupérrimos sistemas educativos, el futuro no parece ser tan halagador. Sin embargo la historia nos ha enseñado que en peores circunstancias existen casos de éxito.

Ante el desencanto de la democracia el populismo resurge, señalan escandalizados algunos. Siendo honestos realmente nunca se fue. Si bien los populistas posmodernos y bolivarianos son la novedad, así como ciertamente hay motivos de peso para que algunos se sientan alarmados por ello, el populismo de derechas y teóricamente liberalizador de los ochentas y noventas fue una mala broma pagada muy cara. La promesa de crecimiento y de estar a la vuelta de la esquina del ‘primer mundo’ se quedó en eso, en una promesa. “Capitalismo de compadrazgos” se le llama. Irónicamente y ante el espanto de algunos, tanto Corea del Sur con el chaebol como Japón y su keiretsu lo practicaron. Ya no se trata solamente de encontrar el modelo ideal, aquél que combine todo lo que quisiéramos ser y que remueva por antonomasia lo nos desagrada de nosotros mismos. Hay que hacer una reconversión total desde abajo de lo que implica ser un ciudadano y dejar de lado la idea romántica del panamericanismo inter-latino soberano y buscar integrarse al mundo. Regresaríamos al tema de la educación y democracia, pero a estas alturas parece ser más una propuesta teórica que una forma de hacer las cosas.

Sunday, June 07, 2009

Sobre el voto nulo

No sé si es porque no lo recuerde o de plano porque no lo sepa, pero nunca había visto que antes de unas elecciones la opción de la anulación del voto -el voto nulo o el voto blanco, como le llaman algunos- es el tema central de discusión. Ya no se discute sobre si está en riesgo o no la patria por el arrivo de algún neo-caudillo, si hay que quitarle el freno al cambio, si hay que regresar a lo que en las fantasías de algunos funcionó en su momento, etc. Ahora es sobra votar o no votar, escoger o anular. A estas alturas ya casi todo mundo tomó su bando, yo también hice lo propio.

Me extrañan, sin embargo, algunos de los argumentos que encuentro contra el voto nulo. Hasta ahorita el más importante es el que más peso tiene. "No servirá de nada", dicen algunos sesudos analistas. Y yo les digo: tienen toda la razón, bueno, media, votar por el que menos te desagrade tampoco servirá de gran cosa. Fuera de eso, se utiliza el argumento del voto duro del PRI, que si es de cobardes, que si estamos tirando a la democracia por la borda, en fin, hasta un tarado por ahí dice que es hacerle el juego a la ultraderecha.

Quiero ir por partes:

a. Primero que nada, no es lo mismo abstenerse que ir y anular tu voto. La abstención ya de por sí será alta y no va en la misma canasta de los votos nulos. Un voto nulo es el de alguien que se levantó y fue a ejercer su derecho.

b. Dicen que no podemos dejar a que una minoría decida por nosotros. Les tengo una noticia: las minorías ya son las que gobiernan. ¿Pues con qué porcentaje del padrón electoral creen que es presidente Felipe Calderón? Sumó un poco más de 15 millones de los 71 millones 300 mil mexicanos registrados en el padrón. No quiero pretender que soy un matemático profesional pero no parece siqueira acercarse al 50+1 que se considera como "mayoría". Vaya, si tan solo tomamos a los que sí votaron no llega ni al 36%.

c. Los que acusan de favorecer el voto duro del PRI, son usualmente los que representan el voto duro del PAN. No porque no les hayan dado torta y chesco significa que sean electores independientes, racionales, preocupados, vaya, el mexicano del siglo XXI. Son el voto duro con el que cuenta en este caso el PAN. El mismo señalamiento hacían cuando se hablaba de mejor apoyar a un partido pequeño con ideas distintas. No quieren simplemente que votemos, quieren que votemos por el PAN.

d. Sí, en todos lados los políticos son una basura. Pero no, no en todos lados la basura sale tan cara como en este país. Si alguien en verdad encuentra como algo menor el aumento de sueldos y "bonos" -libres de impuestos, claro está- constante, así como el desperdicio que representa la partida presupuestal para los partidos políticos con todo y que la publicidad ya les es gratuita, pues adelante, voten por el que les convenzca.

e. Sí, hay unos menos malos que otros. Es más, hay algunos que hasta pueden ser buenos! Pero encuentro como problema principal dos cosas: me hacen propuestas irrisorias e incumplibles, algunas de ellas que básicamente están fuera de su alcance -es como si me propusieran unir a las dos Coreas o resolver el conflicto palestino-israelí-, así como que sin importar qué tan buenos sean, están sujetos por completo al designio de las cúpulas partidistas.

Ya seguiré comentando sobre el tema, al parecer va seguir teniendo mucha cuerda.

Tuesday, June 02, 2009

Todos a votar

Se acercan las elecciones. Para toda democracia, debe de ser un momento clave el renovar su aparato legislativo, a fin de cuentas es uno de los tres poderes que constituyen un gobierno por lo que una elección como ésta implica una importancia tan grande como la de la sucesión presidencial. El pueblo debería de estar emocionado, esperando a hacer uso de su derecho para elegir a aquellos que lo representarán por los próximos tres años. Toda una fiesta. Error.

Según las últimas encuestas, el abstencionismo rondará entre el 60 y el 70%. Es decir, puede que voten solamente 3 de cada 10 mexicanos inscritos en el pardrón electoral. Esto no me causa sorpresa alguna, ya que entre el desencanto por la democracia mexicana, sumado a los avisos de un estado fallido y a la galáctica guerra de spots a la que estamos sometidos, lo normal es que reine la apatía política. Si a eso le sumamos que los candidatos son más bien mediocres y segundones consumados, la gente prefiere quedarse en sus casas.

Supuestamente tengo que escribir esto para alentar a la gente a votar. “Hay que motivar”, me dicen por ahí. Yo hasta hace un par de días estaba convencido de mi voto. Se lo iba a dar al PSD puesto que comulgo con varias de sus ideas. Sin embargo me quedé pensando y me dije a mí mismo: “estás tirando tu voto, no seas wey, mejor ni te levantes en ese caso.” Como tuve poder de convencimiento sobre mí mismo –poca cosa- decidí que ya no iba a votar por ellos… ni por el PAN, ni por el PRI, el PRD, ni por ningún otro.

No me interesa que gane el menos malo, no me interesa buscar “el cambio” (idea ya gastada tras la experiencia del foxiato). Mucho menos me interesa revivir añejas fórumas posrevolucionarias de la mafia que nos quiere hacer creer que en algún tiempo gobernaron e hicieron las cosas bien. Definitivamente no le voy a dar mi voto a los chiqui-partiduchos que o son negocios familiares o de plano necesitan una limpia, ya que unos se dicen nuevos pero tienen a un expriista, experredista, exrayo que los promueve, mientras que otros son a la vez pro-vida y pro-muerte.

Creo que ya me decidí: los voy a mandar al carajo a todos. No me interesa que me represente ninguno de ellos. El candidato de tal o cual partido puede ser una persona moderadamente decente y preparada, pero francamente eso viene a segundo plano en un sistema legislativo controlado por los partidos y no por los H. Representantes del Pueblo®. Me queda hacer uso de mi derecho: voy a votar, pero voy a anular mi voto. Suena a lo mismo que no votar pero no es así.

En verdad no pienso que anulando mi voto vaya a tocar corazones, que moveré a masas, que voy a conmocionar el aparato político mexicano. Lo que sí voy a hacer es participar, hacer uso de mi derecho y pintarles el dedo a todos y cada uno de los que se pelean el pastel pagado con mis impuestos para luego aventarmelo en la cara. “Al diablo con las instituciones”, dijo el caudillo posmoderno. Yo mejor lo mandaré al diablo a él, a sus candidatos, a la insufrible niña del PRD, al insoportable Germán Martínez, al Niño Verde, al jurásico PRI, a todos. Pero no se equivoquen, votar es mi derecho y pienso ejercerlo. Sólo que no voy a votar esta vez en contra de alguien. Votaré en contra de todos.